Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 12 de julio de 1883
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 154, 3944-3945
Tema: Interpelación sobre la política general del Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El SR. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Llego ya fatigado a este punto del debate: es el tercer discurso en la sesión de hoy, y creo que el séptimo desde que comenzó la discusión; pero quizá sea esto en ventaja para los Sres. Diputados, porque así será menor la molestia que les cause.

Antes de que el Sr. Cánovas del Castillo se levantara a tomar parte en este debate promovido por la izquierda, sabía yo cuáles eran sus deseos y cuáles sus propósitos; pero ya callaba acerca de ellos, y siento que S. S. los haya revelado tan a las claras esta tarde. Los propósitos del Sr. Cánovas son estos: que haya izquierda y que no pueda unirse nunca con el partido liberal; es decir, que el partido liberal esté siempre dividido. Estos son los deseos y los propósitos del Sr. Cánovas, y por eso resulta un contraste que voy a explicar ahora.

El Sr. Cánovas prestó su gran apoyo, su auxilio, no quiero decir su inspiración, para que se formase la izquierda, y después que está formada la izquierda por el auxilio y quizá por la inspiración de S. S. (El Sr. Cánovas del Castillo pide la palabra), dice: es imposible, pues, que la izquierda se una con el partido liberal.

Resultado: lo que el Sr. Cánovas quiere es que el partido liberal esté dividido; lo cual podrá ser conveniente para el partido que S. S. dirige, si esto puede traerle más pronto al poder; pero no es conveniente ni para las instituciones ni para el país, y ya que sea verdad ese propósito de S. S., no debe mostrarlo tan a las claras. ¿Por qué es imposible la unión de la izquierda con el partido liberal? La razón que da el Sr. Cánovas es, que el partido liberal ha dicho por boca del señor Sagasta que no necesita para nada de la izquierda, que maldita la falta que le hace.

No es exacto esto, Sr. Cánovas. Lo que yo he dicho, contestando a los augurios de ciertos peligros y de ciertas catástrofes que se anunciaban si no se realiza la unión, ha sido: peligros y grandes catástrofes, no; lo que habrá será embarazos, obstáculos, dificultades que impedirán al partido liberal marchar con la libertad de acción que en otro caso y de otra manera tendría; pero no se han de realizar esas catástrofes y esos peligros porque no se verifique la unión.

¿Es esto decir que yo no quiero la unión, y que les hablo con palabras de desdén y de desaire, diciendo que maldita la falta que hacen? Eso lo ha dicho S. S., no lo he dicho yo; y es porque a S. S. le conviene que no nos unamos, y a mí sí me conviene; pero me conviene por razones más elevadas que las que S. S. tiene para pensar así.

También ha dicho S. S. que es imposible la unión porque los principios que yo profeso y los que profesa esta mayoría o el partido liberal que está en el poder son de todo punto incompatibles con los principios políticos de la izquierda; y en esto también está equivocado S. S., porque los principios políticos que profesan la mayor parte de los señores de la izquierda han sido los principios políticos que este partido ha profesado y profesa, porque profesa los que siempre ha proclamado, y los desenvuelve y desarrolla contra la voluntad de los conservadores.

Pues bien; ¿dónde está la incompatibilidad de esos principios? Respecto de los derechos individuales, que ha sido aquello en que ha hecho más hincapié y más fuerza la izquierda dinástica, este partido está conforme en que debe desenvolverse su ejercicio por medio de leyes orgánicas, y ya están desenvueltos y garantido su ejercicio por el Código penal; el Sr. Montero Ríos hizo el Código penal, y allí fijó los delitos y penas a que pudiera dar lugar el ejercicio de los derechos individuales; y ahora hemos llevado y pensamos llevar los delitos de imprenta también al Código penal, cuya discusión está preparada en el Senado, y resultará que los derechos individuales están garantidos en su desenvolvimiento por las prescripciones del Código penal, los derechos individuales consignados en la Constitución de 1869, que el partido constitucional aceptó y el partido liberal aceptó después.

Pero S. S., queriendo buscar contradicciones entre la izquierda y el partido liberal para que sea imposible su unión, nos ha hablado del sufragio universal. El sufragio universal en absoluto no ha sido tampoco principio aceptado por la izquierda, y no lo ha sido tampoco por el partido liberal desde que aceptó la legalidad vigente; pero ha creído el partido liberal que podía ensancharse el sufragio, y en esta parte hemos ido bastante más allá que S. S. y los conservadores, como vamos en todo; y no queriendo dejar a ninguna clase social sin la participación debida en la gobernación del Estado, he ofrecido a la izquierda estudiar una combinación en la cual tengan la debida participación, la justa participación todas las clases sociales, sin necesidad de llegar al sufragio universal absoluto, que considero peligroso para mi país; y S. S. no ha debido hacerme la pregunta que me ha hecho respecto de este punto, porque en este particular, como en todos, he estado muy explícito en cuantas ocasiones se me han dirigido esta clase de preguntas. [3944]

Pero como S. S., sin duda, ha perdido la afición a los debates parlamentarios, en que brillaba tanto (con lo cual tanto perderíamos), resulta que pasan muchas cosas por aquí que S. S. no conoce.

Yo he dicho terminantemente las condiciones con las cuales puede realizarse la unión, y en esto no ha habido nebulosidades, ni vacilaciones, ni dudas; he dicho terminantemente que respetando la ley fundamental del Estado, estoy dispuesto a desenvolver en leyes orgánicas todos los derechos individuales consignados en la Constitución de 1869; esa es la base de la concordia: a la izquierda, darle pronto el desenvolvimiento de los derechos individuales; y a nosotros, al Gobierno y al partido liberal, dejarnos el mantenimiento de la legalidad vigente.

Me parece que esto es claro, que esto es terminante; y además, si hay que hacer algún sacrificio por parte nuestra, queremos hacerlo y estoy dispuesto a hacerlo; porque no puede dudar S. S. de la conveniencia que hay en que el partido liberal sea extenso y robusto y forme una gran línea, digámoslo así, de batalla para luchar con el partido conservador; y no puede convenir al partido liberal lo que conviene en este punto al partido conservador. Pero como el partido conservador ha descubierto su juego (aunque para muchos descubierto estaba) en el discurso pronunciado por su digno jefe el Sr. Cánovas del Castillo, la izquierda dirá si debe dar gusto al partido conservador o si debe dárselo al partido liberal.

Rechazo también la idea que S. S. ha emitido aquí para indisponer a la izquierda con el partido liberal, de que el partido liberal está en muchos puntos conforme con el partido conservador. En todas las leyes importantes está en completo desacuerdo. En ciertos detalles, claro está que no puede haber abismos entre los partidos de gobierno de un país y que aceptan una legalidad común. ¿Dónde está la separación grande entre los partidos liberales y los partidos conservadores de otros países? Tengo la seguridad de que no hay en ningún país partidos liberales y conservadores que se diferencien más de lo que se diferencian el partido conservador y el partido liberal en España. (El Sr. Romero Robledo: Es verdad: ese es mi argumento.) Entonces, ¿cómo hemos de sustituir nosotros a SS. SS. en el poder, y cómo los partidos conservadores han de sustituir a los partidos liberales? El partido liberal está en el poder por derecho propio, y está desenvolviendo los principios, las ideas y los procedimientos de los partidos liberales, distintos de lo que tiene el partido conservador. (El Sr. Romero Robledo: El Sr. Moret lo ha dicho.) El señor Moret lo dice, pero el Sr. Moret no lo cree; digo que no lo cree, en el buen sentido de la palabra; porque como el Sr. Moret anda en esos tratos y contratos de que ha hablado el Sr. Cánovas del Castillo, con nosotros para ver de verificar la unión, y quiere sacar las mayores ventajas, dice que hacemos poco, y en su exageración afirma que somos lo que el partido conservador es. Tenemos con el partido conservador puntos comunes, sí; los principios fundamentales, como la Monarquía y la dinastía: en eso tenemos intereses comunes, estamos igualmente interesados en la existencia y en la permanencia de esos altos Poderes; pero fuera de eso, no hay nada en común entre nosotros.

Ha creído también el Sr. Cánovas del Castillo que yo había rehuido con cuidado la pregunta que me dirigió el Sr. López Domínguez respecto a si sería incompatible con el Rey la Constitución de 1869 o el programa de la izquierda. No sé si he contestado directamente a la pregunta; pero si no he contestado, por las respuestas que he dado a otras preguntas y por el texto general de mis discursos, claro está que la contestación estaba dada; porque si no la hubiera dado, o si no se hubiera deducido de mis indicaciones, el Sr. López Domínguez me la hubiera reclamado.

Yo creo que es incompatible con la Monarquía de D. Alfonso XII el programa de la izquierda; pero el programa de la izquierda, según unos? (Rumores.) ¡Si realmente yo no sé cuál es el verdadero programa de la izquierda! (Rumores.) Pero sea el que quiera, yo no declaro incompatible con la Monarquía aquello que no sea incompatible con su prestigio y con su permanencia.

¿Es que el programa de la izquierda es compatible con la permanencia, con la existencia y con el mantenimiento de la Monarquía? Pues claro es que está dentro de la Monarquía. Eso es lo que se ha desprendido de todo lo que he dicho. Yo puedo creer más o menos conveniente, más o menos peligroso el programa de la izquierda u otro cualquier programa; pero yo declaro que no habiendo nada incompatible con la existencia y con el mantenimiento de la Monarquía ni en el programa de la izquierda ni en otros programas, es claro que la Monarquía de D. Alfonso XII es compatible con todos.

Voy a concluir, Sres. Diputados, porque ya es muy tarde.

Conste, pues, que el Sr. Cánovas del Castillo lo que ha descubierto esta tarde en su brillante peroración son sus deseos respecto del partido liberal: que los elementos liberales-monárquicos estén ahora y siempre divididos.

No es el propósito, no es el deseo muy patriótico, pero es muy conservador, porque de esa manera el partido conservador puede llegar antes al poder, aunque llegue en peores condiciones. Pero si el deseo del partido conservador, expresado por su digno jefe esta noche, es ese, no de ver el deseo de los individuos del partido liberal, cualquiera que sea el sitio en que estén colocados. Meditadlo, pues, los unos con los otros, y vean si por pequeñas diferencias o por insignificancias han de seguir divididos. No tengo más que decir. [3945]



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